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Fernando León de Aranoa: “Viví el apagón en un tren en medio de la nada con 300 personas y en ocho horas no hubo una mala mirada. Eso me dio cierta fe”

Fernando León de Aranoa: “Viví el apagón en un tren en medio de la nada con 300 personas y en ocho horas no hubo una mala mirada. Eso me dio cierta fe”

De los parques de la infancia a las pérdidas de la vida adulta, Fernando León de Aranoa pone orden en su Leonera (Seix Barral) . Con cien nuevos relatos cortos, a veces de apenas dos líneas, el cineasta regresa a la literatura para hablar, entre muchas otras cosas, del paso del tiempo, las separaciones, el dolor y el deseo. Y esa cosa llamada la crisis de los cincuenta. Cuando llega el sentimiento, dice, de mortalidad. Un libro permeado por el humor y la melancolía en el que hay sitio para denuncias sobre el trato a la emigración como Los mismos . Un libro en el que el director de El buen patrón ejerce de Sherezade, escribiendo “para que las cosas no acaben”.

Y para muchas otras cosas. “Escribes –subraya León de Aranoa (Madrid, 1968)– para encontrar algo más alentador en aquello que no lo es, una explicación a las cosas que no entiendes. Creo que uno siempre escribe desde el extrañamiento ante las cosas y el mundo. Y la ficción ofrece parapetos con los que me gusta trabajar, el humor, la paradoja, cierta forma de poesía. Y es importante también intentar entender y entenderse uno a sí mismo a través de la escritura. Y el título del libro, Leonera, tiene que ver con el deseo de poner un cierto orden, por más que uno fracase en el intento. También orden sobre mí mismo, sobre las cosas que he vivido, en particular en los últimos años“.

“¿Cómo encontrar explicación a la muerte de una persona querida? No hay diagnóstico que lo explique”

”Al final, para los no creyentes, la ficción es una manera de dar un sentido a las cosas, a aquello que no lo tiene ni podrá tenerlo jamás. Actúa muchas veces de consuelo, de paracaídas. Es lo más parecido que he encontrado a una religión. ¿Cómo le puedes encontrar una explicación al fallecimiento de una persona querida? No hay diagnóstico que lo explique ni consuelo que sirva. Es tan brutal esa separación, ese desgajamiento... pero hay un cierto consuelo al reflexionar y escribir sobre ello”, resume.

Por ejemplo, al escribir sobre la crisis de los cincuenta y las pérdidas que empiezan a rodear a los que han llegado a esa edad. “Son cambios importantes en tu vida y sobre todo en tu manera de entender cómo son o cómo van a ser las cosas y todo eso llega a los cuentos y esa melancolía está ahí. A veces he intentado contarla con más humor, como en La traición de los espejos , y otras con más dolor como en Cincuenta años . Es una etapa que sientes cuando ves que tus padres se hacen mayores. El fallecimiento de mi padre me ha marcado mucho”, reconoce.

Por supuesto, como en su cine, los temas sociales están presentes. Como la emigración. “Lo que hace Trump con ella tiene mucha influencia en otros países, pero en Europa nos bastamos solos para legislar en su contra, toda la legislación europea en los últimos años está inventada para que la gente no alcance Europa, para que se quede en el agua”, reflexiona.

Y dice que la ola reaccionaria le inquieta “sobre todo para los que vienen detrás”, que van a encontrar “un mundo muy convulso y sobre todo una sensación de derrumbe de estructuras morales y éticas, que es lo que más convendría tratar de combatir y reparar. Debería haber un liderazgo moral en Europa más que bélico o económico. En las redes sociales hoy hay una celebración de la derrota de los humildes y de los inmigrantes. Y antes en materia de comunicación uno intentaba estar alerta ante qué había de ficción, de mentira, en lo real, y ahora estamos casi al revés: uno tiene que buscar qué hay de verdad en lo irreal, en la mentira, la ficción, lo que se nos muestra. Antes uno intentaba detectar la trampa. Ahora tienes que detectar lo sincero y lo honesto. Es un síntoma aterrador”.

Pero pese a la que cae a nivel global, León de Aranoa señala que cree “en el ser humano, sé que somos capaces de lo peor, pero también a veces de lo mejor”. Y pone de ejemplo el gran apagón: “Lo viví en un tren en mitad de la nada, ocho horas esperando un autocar. Pero enseguida se fueron formando grupos, buscando afinidades. El ser humano es relacional y en la incertidumbre necesita compartir. Y ante una situación realmente difícil, la gente estuvo a la altura, con 300 personas y ocho horas de incertidumbre e incomodidad no hubo una mala mirada, un cuestionamiento desafortunado. Eso me dio cierta fe”.

lavanguardia

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